Hace mucho que no escribo en este blog. Y la verdad no sé ni qué decir. Pero lo intentaré, porque si algo he aprendido de escribir aquí, es que ayuda, y no sólo a uno mismo.
El pasado 24 de Mayo se fue un amigo de gran corazón. Alguien que cada vez que volvía a ver no sólo me hacía reír, sino que me daba algo que apreciaba mucho más: otorgarme esa sensación de que la amistad verdadera es algo perenne, eterno y que no entiende de separaciones ni del paso del tiempo. Ahora sé que trasciende más allá de la muerte.
A pesar de que cada uno sigue su camino, y que muchos momentos del pasado son como los paraísos perdidos que sabemos que no volveremos a disfrutar, a veces tienes la sensación de que el tiempo no haya pasado, de que las cosas son como fueron y como deberían haber sido. A mí eso me pasó hace algún tiempo, en un reencuentro que me llenó de pesadumbre por no haber estado presente en momentos difíciles de un buen amigo. Pero también de alegría, por que volvía a compartir un buen rato con él. Ahora sólo me quedan los recuerdos, y el llevar la cabeza bien alta, orgulloso de haberlo conocido y de poder llamarme su amigo.
Las cosas son importantes no porque existan, sino porque pensamos en ellas. Y los recuerdos son un tesoro que deben acompañarnos durante este camino lleno de incertidumbres que es la vida. Así que desde aquí, quiero estar ahí para recordarlo, compartir buenos momentos del pasado y ratificar día a día lo de "él siempre estará con nosotros".
El desconsuelo y la tristeza de esta pérdida no deben hundirte, WED. Te lo voy a repetir una vez más, para lo que haga falta voy a estar ahí. Es cierto que la vida, después de esto, parece un sinsentido. Cuando menos te das cuenta, te la juega. Y muchas veces no estamos preparados para algunos golpes o no sabemos como reaccionar. Pero hay que ser fuertes, siempre fuertes.
Que no hay nada peor para recordarnos nuestra insignificancia... pero también hay algo que nos hace especiales, y es esa esperanza, esa fe de la que hablas y ese tesón en no olvidar ni un ápice de lo vivido.
No pienso olvidarme de él en mi vida.
Desde las tardes en el autocar, cuando nos llevábamos como el perro y el gato. Hasta el último día que lo vi, y dimos un rulo por el Prat, escuchando música Rap y diciendo "M.O.P. mola".
Cuando decidimos ir juntos en el L95, y aquellas tardes en vuestros últimos días en el Prat. Luego la de veces que estuve en vuestra casa en aquel verano de monitores-piruleros. Las fiestas mayores del Prat, las noches en Playafels. Y la certeza de que aunque no nos viésemos, el tiempo pasase y cada uno hiciese su camino; siempre estaría ahí. Y siempre estará.
Esta foto me la ha pasado el Wumf. Me ha dicho que es de París. Wete, tienes que pintar mil murales por tu hermano, invadir las cocheras de medio mundo y disfrutar de esta vida.