sábado, octubre 14, 2006

El hummer, la botellita y la carrera profesional

Es curioso que desde hace algún tiempo me da por escuchar la misma música que escuchaba en mi pubertad. Primera pubertad, diría. Vuelvo caminando por las bellas y sucias calles del prat sur escuchando Metallica -por poner un ejemplo-, NOFX o cualquier otra cosa que cumpla los dos siguientes requisitos: sea de los 90 y ya lo haya escuchado y, lo lleve encima. Tardo unos 20 minutos en mi recorrido diario, caminando y tarareando. No sé como me debe ver la gente con la que me cruzo, pero la verdad me importa más bien nada.

La otra tarde me sucedió un hecho curioso. Cuando la gente se pone a hablar de coches, sobretodo cuando le dan más importancia que la funcional, me cansa. No tengo coches que me llamen la atención. Y los que viven para sus coches, me dan lástima. ¿Seré un intolerante?
El caso es que junto a donde trabajo estos días está mi centro deportivo de alto nivel, CDAN, donde entrenan muchos de los piezas más piezas de mi "querido" pueblo. Al pasar junto al CDAN, volviendo del curro y escuchando "The Unforgiven" me encuentro con un Hummer. Allí aparcado, tan grande, tan tranquilo. He de reconocer que antes he mentido. Éste es un coche que me llama la atención. Si yo no hubiese vivido aquí toda mi vida, no me hubiese metido en problemas de joven, este hecho amigos, me sorprendería. Pero al ver a sus dueños, todo encaja y sé que la misma historia de siempre se vuelve a cumplir.


Interludio: El hummer y la pelota

Ésta es una historia digna de ser contada. Al menos en su momento fue graciosa. Estábamos una noche jugando un rondo en Castelldefels; decidiendo que hacer o acabando la noche, no recuerdo. Creo que era esperando para ir a la playa y era por la tarde. El caso es que las calles estaban desiertas, y nosotros lanzábamos la pelota literalmente a tomar-por-culo, más por dejadez que por poca calidad. En uno de esos lances, en que la pelota salió del rondo, uno de nosotros se avalanzó sobre ella pasando justo en ese momento un Hummer inmenso que a punto estuvo a punto de llevarse a ambos por delante. Los cabrones que conducen estos coches se creen que están en la tormenta del desierto.


Es mi pueblo ciertamente singular. Puedes ver Hummers y Corvettes. Antes más, creo yo. BMWs por doquier. No pregunten de donde vienen. Recuerdo una noche en Lima, por el centro, que debía ser una zona peligrosa, o nuestros amigos limeños la consideraban tal, en que uno de los que íbamos sentía la necesidad insaciable de pasear por ese barrio y notar el peligro. Lo único que se me ocurrió pensar -y creo que decir, no recuerdo- es que eso mismo se podía hacer en Barcelona. Y hubo una época en que mi pueblo era así.
Ahora ya no sé bien bien como es, pero tampoco me interesa.

La zona de bares de Aribau por encima de la Diagonal no me acaba de gustar. Tuve hace unos 3 meses una noche horrorosa, en la que acabé llorando en un banco de la Diagonal. Luego cuando lo explico siempre digo que me dormí, pero cuando llegué a casa y me crucé con mi tía trayendo a mi pequeño primo, no pude negar lo evidente: lo que no me dejaba verlo a través de mis gafas eran restos de la agonía.
El otro día volví por la zona, teníamos cena y a pesar de lo que digan, ya no soy un borracho en busca de respuestas sin conocer las preguntas. Así que pude volver a practicar uno de mis deportes nocturnos preferidos: quedarse con la camarera. No entraré en detalles escabrosos, porque están de más, pero nunca pensé que un local por llamarse la botellita debía servirte las copas con muestras de mini-bar, y lo que es peor, que no fuesen capaces de predecir que eso algún día desataría las iras de alguien.
Al menos allí se ve que se ha de fumar en la calle, bajo la lluvia.


Interludio: el pato y la tortuga
Algunos dicen que hay que ser como un pato. Parecer serenos, tranquilos a simple vista pero por debajo estar pataleando como un condenado. Otros se creen que es mejor opción la de la tortuga, SER sereno, tranquilo y cuando aceche el peligro, simplemente meterte en tu caparazón.
Yo no sé con cual de los dos me quedaría.
A veces no sirve nada de lo que sabes, de lo que te han enseñado, de lo que has aprendido. Ni ser pato, ni ser tortuga, ni nada de nada. Llegados a ese punto en el que no parece haber vuelta atrás, las opciones sólo son 2.


Llevo escuchando lo de la carrera profesional bastante tiempo. Ahora incluso lo oigo fuera del ámbito en el que lo escucho normalmente, en personas que no me esperaría. Al menos sirve para rellenar vacíos en el puzzle. La carrera profesional, o aquello que en teoría haces con tu vida en el ámbito laboral. Interesa que subas, que aprendas, que mejores. Aún no tengo claro bien bien como tomármelo. Hace poco que he vuelto y estoy todavía arreglando lo que rompí en su momento. Por el momento es un juego.
Al menos ahora vuelvo a mirar a los dos lados de la calle al cruzar. Eso supongo que irá bien para la carrera pofesional.
(continuará...)


Interludio Interludios
Los pongo porque en GEB me hacen gracia. Desrecomiendo GEB para volverlo a recomendar.
Y para acabar esta incoherencia y este sinsentido generalizado, a vistas de lo que se me dijo el otro día: no hay cuchara.

Banda sonora

Con la filarmónica de San Francisco es im-presionante. Dedicada a esas personas de las que esperé algo y me dieron nada.

No hay comentarios: